El argumento de la película está ambientado en un ruinoso solar con una piscina pública cubierta que literalmente se cae a pedazos. El dueño, un ciego gruñón y malhumorado, tiene un hijo que intenta por los medios más rocambolescos ( música de ambiente, grabaciones de voces, falsos chapoteos de personas ) mantener la ilusión de su padre haciéndole creer que el lugar está todavía en su máximo esplendor. Si milagrosamente aparece algún cliente se le cobra la entrada con botones. Entre medias existe una historia de amor y también de avaricia, representada en la figura de un segundo hermano que quiere acabar con el sueño demoliendo el local para especular con él.
Es una película con una belleza singular, sin diálogos ( sólo existen sonidos ambientales y música de Goran Bregovic ) , un homenaje al cine mudo de Buster Keaton y Jacques Tati.
A la fotografía se le extrajo el color para después añadírselo de nuevo mediante filtros fríos o cálidos según se produjera la acción en interiores o exteriores, consiguiendo así una atmósfera hipnótica e irreal en la órbita de películas como Delicatessen o La ciudad de los niños perdidos.
Tuvalu (1999) es la primera película de Veit Helmer, director alemán autor de una singular filmografía (Absurdistán- 2008 y Gate to heaven -2003 ), siempre a caballo entre lo absurdo y lo irónico, en un alarde de imaginación lleno de lirismo y ternura. Diferente.
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la vi en el 2002 y me fascino y estoy tratando de volverla ver ya no hacen películas como estas.
ResponderEliminarA mí también me fascinó y aunque existen algunas otras películas con una atmósfera y puesta en escena similares ( "Toto le heros " de Jaco van Dormael, "Leolo" de Jean-Calude Lauzon y "La ciudad de los niños perdidos" o las más famosa "Amelie" de Jean Pierre Jeunet , Tuvalu tiene un candor y una inocencia especial. Además el hecho de no tener diálogos hace que sea aún más original y próxima al cine mudo. Una joyita.
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